Continuando con el ciclo de "El Miedo a la Libertad", en esta instancia vamos a describir el origen del desarrollo humano como individuo independiente.
Para describir esto vamos a remontarnos a la Edad Media y describiremos el sistema medieval.
Existen dos grandes descripciones de la sociedad medieval;
Por un lado se lo señala como un período oscuro con falta de libertad, de despojo de la gran masa de población por parte de una pequeña minoría, del predominio de la superstición y la ignorancia así como de la estrechez mental que hacía de un campesino un extranjero sospechoso y peligroso ante los ojos del habitante urbano y viceversa.
Por otro lado, la sociedad medieval se la señala con el sentido de la solidaridad, la subordinación de las necesidades económicas a las humanas, el carácter concreto y directo de las relaciones de los hombres, el principio supranacional de la Iglesia católica y el sentimiento de seguridad característico del hombre medieval.
Ambas imágenes son correctas. Aunque no deben ser consideradas independientemente, sino en conjunto.
Lo que caracteriza a la sociedad medieval en contraste con la sociedad actual es la ausencia de la libertad individual. Todos se hallaban encadenados a una función dentro del orden social y era, salvo rarísimas excepciones, poco posible trasladarse dentro de la jerarquía social así como geográficamente. Las personas solían vivir toda su vida en el lugar donde nacían.
Pero aún cuando una persona no estuviera libre en el sentido moderno, no se hallaba ni sola ni aislada ya que se encontraba atado a un todo estructurado que no dejaba lugar a la duda. Una persona se hallaba identificada con su papel dentro de la sociedad y este orden era concebido como algo natural. Dentro de su orden, las personas gozaban de libertad para poder expresar su yo aunque no existía el individuo en el sentido moderno de elección ilimitada entre muchos estilos de vida posibles.
Existía, por supuesto, mucho dolor y sufrimiento, pera también estaba allí la Iglesia que los hacía más tolerables al explicarlos como una consecuencia del pecado de Adán y de los pecados individuales de cada uno. La Iglesia ofrecía una manera de adquirir la convicción de ser perdonado y amada por Dios.
Para aclarar un poco más citaremos a R. Tawney (creo que del libro Religión and the Rise of Capitalism, 1926). Tawney formula así la opinión medieval acerca de las actividades económicas:
"Las riquezas materiales poseen importancia secundaría, pero son necesarias, puesto que sin ellas los hombres no se pueden mantener ni ayudarse entre sí..... Mas los motivos económicos son sospechosos. Como constituyen apetitos poderosos, los hombres los temen, pero no son tan bajos como para llegar a aplaudirlos .... No hay lugar, según la teoría medieval, para una actividad económica que no esté relacionada con un fin moral, y el hallar una ciencia de la sociedad fundada en el supuesto de que el apetito de la ganancia económica es una fuerza constante y mesurable, que debe ser aceptada, al modo de las demás fuerzas naturales, como un hecho inevitable y evidente por si mismo, hubiera parecido al pensador medieval casi tan irracional e inmoral como el escoger, como supuesto de la filosofía social, la actividad desenfrenada de atributos humanos tales como la belicosidad y el instinto sexual.... Las riquezas, como dice San Antonio existen para el hombre y no el hombre para las riquezas ...... A cada paso, entonces, hay límites, restricciones, advertencias contra toda posible interferencia de los asuntos económicos sobre las cuestiones serias. Es lícito para un hombre buscar aquellas riquezas que son necesarias para el nivel de vida propio de su nivel social. Buscar más no es ser emprendedor, sino ser avaro, y la avaricia es un pecado mortal..... La propiedad privada es una institución necesaria, por lo menos en un mundo caído en el pecado; los hombres trabajan más y disputan menos cuando los bienes son privados que cuando son comunes......"
Aún así, la relativa estabilidad de los artesanos se fue debilitando, así como la situación de los jornaleros, se empezaron a crear monopolios y poderosas corporaciones que explotaban al consumidor todo cuanto podían. Lutero describe la indignación y la ira del pequeño comerciante en un folleto impreso en el año 1524:
"Ellos tienen bajo su vigilancia todos los bienes y practican sin disimulo todos los engaños que han sido mencionados; suben y bajan los precios según su gusto, y oprimen y arruinan a todos los pequeños comerciantes, al modo como el lucio come los pececillos, justamente como si fueran señores de las criaturas de Dios y no tuvieran obligación de prestar obediencia a todas las leyes de la fe y el amor."
(Estas palabras de Lutero se podrían escribir igualmente hoy.)
Y comenzó a desarrollarse el capitalismo, hubo un cambio psicológico en la sociedad. Los minutos comenzaban a tener valor, el tiempo comenzó a valorarse tanto que la gente prefería no gastarlo en cuestiones inútiles.
El trabajo se transformó en el valor supremo, y la eficiencia asumió el papel de una de las más altas virtudes morales. Al mismo tiempo el deseo de riqueza y éxito se transforman en una pasión.
El sistema medieval quedó destruido. Las personas pasan a ser individuos, ya no tienen un orden social al cual pertenecen y es allí donde nace la inseguridad que viene de la mano con la libertad. De allí en adelante el individuo buscará la pertenencia a algo que le brinde esa seguridad que ya no posee.
Continuará......
Muchas partes de este articulo fueron tomadas casi textualmente del libro Miedo a la libertad de Erich Fromm.
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